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martes, mayo 29, 2007

¿Libres y sanas?

Autora: Sandra Invernizzi Rojas, Matrona, Diplomada en Género, Desarrollo y Planificación, optando a grado de magíster en Estudios de Género y Cultura.

He estado pensando acerca del 28 de mayo. Poca gente sabe que se trata del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres. Que durante décadas las mujeres organizadas de las más variadas latitudes han estado luchando contracorriente, visibilizando y politizando aquello que por milenios se decía, “natural, “voluntad divina”, “privado”, “doméstico”. Se entiende a lo que me refiero: violencia, muerte y enfermedad condicionadas por los roles y las construcciones de género, que nos sitúan como sujetos asujetados a una naturaleza supuestamente despiadada y a unas normas sociales que son, aún en muchos lugares del planeta, pensados como nuestro sino y nuestro único destino.

Ellas, las mujeres de la lucha, se han encargado de enrostrar al patriarcado que todo el daño que se expresa en la salud de las mujeres está fuertemente condicionado por lo cultural, que no es expresión de una biología débil y vulnerable. Que detrás están los mandatos culturales y las representaciones simbólicas que nos ubican en el lugar del “para otros” antes que para nostras mismas. En el “dar la vida” como valor supremo. Entonces ocurre que un cigoto o un embrión valen para el inconciente colectivo muchísimo más que la mujer dueña del útero que lo porta. Luego, las muertes y enfermedades ligadas al proceso reproductivo femenino continúan afectando a millones de mujeres en el mundo, especialmente a las más pobres y excluidas de los beneficios del modelo económico. Mucha gente pensará que el día en que nunca más una mujer muera a causa de un embarazo o un parto por motivos evitables, habremos ganado la guerra. Habremos llegado al punto en que ahora sí seremos todas sanas y libres. ¿Será así?

Y aquí quiero llamar la atención acerca de otros daños a la salud que cobran especial vigencia en sociedades que han reducido de manera importante la morbimortalidad por gestaciones, partos y abortos. El patriarcado ha recurrido a todas las estrategias posibles e imaginables para expropiarnos de nuestros cuerpos e impedirnos, no sólo la autonomía sexual y reproductiva, sino también el pleno control sobre nuestras vidas. Se nos expropia del cuidado de nuestra salud, por ejemplo, cuando se nos obliga, a trabajar en espacios laborales precarios y peligrosos. Se sabe que alrededor de un 75% de las trabajadoras agrícolas en Chile son temporeras que trabajan más de 55 horas semanales, ganando muchas veces un salario menos que el mínimo y en condiciones riesgosas para su salud. Mucho se ha hablado de la exposición a productos químicos peligrosos de las trabajadoras agrícolas, de las condiciones climáticas extremas en que se desempeñan las trabajadoras de la industria de cultivos acuícolas, de la persistencia de las condiciones precarias del empleo doméstico. ¿Cuán libres son las mujeres para poder elegir condiciones laborales que protejan su salud?

Desde otro ángulo, podemos también evidenciar una expropiación simbólica del cuerpo femenino a través de las imágenes con que nos bombardean los medios de comunicación masivos. Este cuerpo que yo tengo, es por tanto “imperfecto”. No soy libre para ser como soy, y el sistema pone entonces a disposición, cada vez más masificada, la posibilidad de recurrir a “una cura” en las manos de cirujanos plásticos y centros de “estética” que me prometen sanarme de esa enfermedad llamada fealdad. ¿Somos más libres ahora que está al alcance de cada vez más bolsillos recurrir a una liposucción o a implantes mamarios? ¿O son estas construcciones simbólicas de la belleza otra forma de esclavitud y sometimiento? ¿No nos enferma o nos arriesga a más daños esta “revolución de la belleza”? ¿Cuán dueñas somos de nosotras mismas, si nuestra autoaceptación pasa por parámetros construidos por otros?

Otra dimensión de los riesgos a la salud de las mujeres podría estar representada por los cambios en los hábitos y costumbres de un gran segmento de mujeres, que mira hacia los privilegios masculinos y los símbolos del ejercicio de una masculinidad que ha ostentado el poder por milenios. Tal vez un caso emblemático sea el del tabaquismo. Se dice que el aumento del hábito tabáquico es exponencialmente superior en mujeres. Si nos remitimos al mundo de las representaciones, inmediatamente podemos recordar esas viejas películas de Hollywood en las que la chica exhala sensualmente bocanadas de humo mientras sostiene con gracia un cigarrillo entre sus dedos. Además, ese personaje expresaba cierto tufillo de subversión a los modelos de femineidad hasta ese entonces imperantes. Entre las lolas es “choro” fumar. Las iguala a los chicos y a otras chicas buena onda. Fumen no más chiquillas. Total para la industria tabacalera representan la mitad de la humanidad que había que subir al escenario de esta fiesta de consumo de tabaco. Una fabulosa ganancia. Aunque para las mujeres los daños asociados al hábito de fumar son gravísimos y se expresan de las maneras más diversas. Siempre les digo a mis amigas que fuman que están cayendo en un juego brillantemente planificado por el patriarcado, que una vez más, nos otorga la falsa sensación de libertad y de que ahora sí que estamos mejor, y nos esclaviza sutilmente a las cadenas de la dependencia química.

Podemos seguir por horas encontrando ejemplos de cómo nuestra salud está demasiado condicionada por el sistema imperante, y de cómo actúa el plano simbólico para seguir manteniéndonos sujetadas y reproduciendo cada día nuevos y antiguos daños. Mientras no seamos, como sociedad, capaces de hacer un cuestionamiento profundo a las desigualdades sociales y especialmente a las desigualdades y a los mandatos de género y sus casi infinitas manifestaciones, seguiremos lamentando la enfermedad y la muerte de millones de mujeres en el mundo.


Este es un aporte para la reflexión y la conversación en el “Dia Internacional de la Salud de Las Mujeres”.

2 comentarios:

Julia Ardón dijo...

Muchas gracias por el correo que me enviaron. Me interesa conocer más de lo que hacen.

Saludos

Madreselva dijo...

Gracias por tu visita ¿Qué te gustaría saber sobre la Asociación Madreselva? Te podemos contar que ofrecemos consulta en salud sexual y reproductiva, lo cual incluye servicios médicos y psicológicos. También brindamos información sobre derechos sexuales y reproductivos a través de material impreso, un programa mensual con Palabra de Mujer en canal 15, cuñas radiofónicas y participaciones en otros programas, así como en la coordinación de talleres y foros.